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LA FORMIDABLE, Y SORPRENDENTE, EPOPEYA DE LA PENICILINA: DESDE SU DESCUBRIMIENTO HASTA SU PRODUCCIÓN

  • Foto del escritor: Gilberto Reyes Moreno
    Gilberto Reyes Moreno
  • 24 may 2022
  • 9 Min. de lectura

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Introducción


Tengo la obligación, como todo comunicador social, de retraer algunos de los hitos de la Humanidad, plantados por alguno de sus miembros privilegiados, que significaron el quiebre entre lo antes y lo después.


Se pudo haber producido en cualesquiera de las ramas del conocimiento humano tanto como en las artes o, tal vez, en el concepto mismo que tenemos del medio que nos rodea: La Naturaleza.


Así podemos citar a los filósofos griegos, a Gutenberg, a Copérnico, Newton, Planck, Einstein, Leonardo Da Vinci, Pasteur, Mahatma Gandhi. Martin Luther King Jr. …y la lista es larga.


Uno de esos prohombres fue, sin duda alguna: ALEXANDER FLEMING cuyo intelecto, denodada dedicación y esfuerzo hizo que descubriera la PENICILINA, y luego de bregar ardua y asiduamente hasta conseguir la producción masiva de esta droga que evita la muerte segura, prematura, de miles de millones de personas del mundo desde 1944 en adelante.


Este artículo cuenta esa casi milagrosa gesta, a la que el autor llama: LA FORMIDABLE EPOPEYA DE LA PENICILINA: DESDE SU DESCUBRIMIENTO HASTA SU PRODUCCIÓN MASIVA, gracias a que, por pura casualidad, se cruzó en su camino un extraordinario libro: LA VIDA DE SIR ALEXANDER FLEMING, excelente biografía escrita por André Maurois en 1967, edición española prologada por otro grande de las letras: Gregorio Marañón.


Lo que sigue, ya es el artículo citado, tal vez, algo extenso, mas, vale la pena usar un poco más de nuestro tiempo para comprender, y valorar, el real concepto involucrado en esta narración.


“EN EL PRINCIPIO FUE ESCOCIA, y los escoceses no son ingleses ni mucho menos. Ellos con frecuencia gobernaron Inglaterra, dieron a Gran Bretaña muchos de sus mejores hombres. Alexander Fleming fue escocés (“Como a todo buen escocés, me enseñaron, en mi infancia, a ser prudente”, y claro que lo fue) nacido en el condado de Ayrshire, Escocia, el 5 de agosto de 1881.


De padres granjeros su suerte debería convertirlo en granjero, pero destacaba como buen estudiante en las sucesivas escuelas donde sus méritos lo lanzaban: De Lochfield a Durval, a Kilmarnock, para luego llegar a Londres, “con la inteligencia bien equipada”, a la edad de trece años y medio, para estudiar en el Polytechnic School en el que le hicieron saltar cuatro clases debido a que se revela tan adelantado de conocimientos que le asignaron varios grados mayores. También destacó como deportista en el equipo de Waterpolo, así como en el de tiro. Poseía, en efecto, una cierta ventaja sobre los otros estudiantes, pero la debía, sobre todo, a los casi catorce años transcurridos cerca de la Naturaleza en su tierra de origen.


En 1901 ya lo tenemos a A. F. estudiando en el Senior of Preceptors, como preparación para entrar a alguna escuela de medicina, fue aprobado consiguiendo ser el No. 1 entre todos los pretendientes en el Reino Unido.


Escogió la del hospital “Saint Mary’ s” por pura casualidad, nada más porque anteriormente su equipo de waterpolo London Scottish había jugado contra los de la facultad de medicina de S. M. que había sido fundada en 1854, por lo que no era muy antigua, allí se preparó para el examen de ingreso a la Universidad, lo que aprobó sin ninguna dificultad en 1902. Concursó para la primera beca de ciencias naturales siendo su rival más poderoso C. A. Pannett, brillante estudiante, quien no pudo contra A. F. que fue el primero, como lo fue en todos sus exámenes y concursos. “Desde sus principios – dice Punnett - una cosa parece clara: Fleming sabía juzgar a los hombres y prever cómo se comportan. No hacía ningún trabajo superfluo. Sabía extraer de un manual lo que era indispensable y olvidar el resto” Punnett agrega: “Nunca parecía trabajar, refiriéndose a sus estudios de anatomía y fisiología – sin embargo, debía hacerlo, ya que era uno de los estudiantes más distinguidos”


Todos los que estudiaron entonces en “Saint Mary 's” recuerdan a esos dos campeones invencibles: Fleming y Punnett, que se repartían todas las medallas.


A.F. estudió también cirugía, lo que le valió poner detrás de su nombre el honroso título de F. R. C. S. (Fellow Royal College of Surgeons). Había estudiado medicina porque su hermano mayor era médico, había ingresado en “Saint Mary 's”, donde iba a pasar toda su vida. A causa del waterpolo, llegó a ser F. R. C. S. por correr tras cinco libras esterlinas que gastó para el examen respectivo, iba a escoger la bacteriología, a la cual debería su gloria, por una razón tan extraña como las anteriores, y realmente, de carácter secundario.


Y sucedió, que desde 1902, uno de los profesores más brillantes de “Saint Mary’s” era Almroth Wright, bacteriólogo ya célebre, entre ellos estaba también el doctor Freeman, buen tirador, que deseaba reanimar el “Saint Mary’s” el schooling club, otrora ganando, en concursos de tiro durante varios años seguidos, la copa inter- hospitales, y que después había degenerado. Intentando constituir un equipo preguntó:


--¿Hay alguien “territorial” (que sintetizaba: excelencia) entre los estudiantes?


--Alguien respondió: Si hay uno, bajito, Alec Fleming, que está en los London Scottish.


--¿Fleming es buen tirador?


--Excelente


--Yo le haré entrar al “Lab” de Wright, le dijo Freeman.


Sin embargo, Fleming vacilaba, pero Freeman fue persuasivo y A. F. entró al Laboratorio de Investigaciones de Wright, que, en aquel tiempo apenas se componía más que de una sala, donde vivían todos juntos, en una especie de hermandad.


Quedaba por convencer a Wright que A. F. era buen tirador y poseía un espíritu científico y que sería una buena adquisición. Wright dio su consentimiento y Fleming entró en el laboratorio. No iba a abandonarlo hasta su muerte.


Una manera de decidir así una carrera puede parecer increíble, fortuita y caprichosa, pero así fue en el caso de esta persona tan singular, llamada a pasar al mundo gloriosamente.


Los rodeos del sendero eran numerosos y sorprendentes; era, sin embargo, aquel sinuoso camino el que debía conducirle a la cima de la colina.


Con respecto a Almroth Wright, A.F. dijo alguna vez: “No es frecuente gozar del privilegio de trabajar al lado de un maestro, pero el Destino arregló eso para mí”


Antes de continuar es preciso subrayar dos acontecimientos: El descubrimiento del microscopio y su extraordinaria contribución a la medicina, por un lado y a la aparición de un hombre de la talla de Luis Pasteur, por otro.



EL MICROSCOPIO


El microscopio óptico es uno de los inventos que ha marcado un antes y un después en la historia de la ciencia, especialmente en el campo de la biología y la medicina. Esencialmente se puede definir como un instrumento que permite observar en un tamaño aumentado elementos que son imperceptibles a simple vista.


La mayoría de los investigadores consideran que la microbiología y la microscopía están indisolublemente unidas, pues uno de los aspectos que más impulsó al desarrollo de la primera fue la aparición del microscopio a finales del siglo XVI.


NOTA: En esta misma entrega, (Mayo / 2022), de nuevos artículos de mi blog, aparece uno titulado: LA IMPORTANCIA DEL VIDRIO CURVO, una de ellas es su aplicación en el microscopio óptico.



LUIS PASTEUR


(De Internet)


Louis Pasteur (1822-1895) fue un químico, físico, matemático y bacteriólogo francés, cuyos descubrimientos tuvieron una enorme importancia en diversos campos de las ciencias naturales, sobre todo en la química y la microbiología.


A él se debe la técnica conocida como pasteurización (eliminar parte o todos los gérmenes de un producto elevando su temperatura durante un corto tiempo) que permitió desarrollar la esterilización por autoclave.


A través de experimentos, refutó definitivamente la teoría de la generación espontánea y desarrolló la teoría germinal de las enfermedades infecciosas.


Por sus trabajos, se le considera el pionero de la microbiología moderna, con lo que inició la llamada « Edad de Oro de la Microbiología».


Aunque la teoría microbiana fue muy controvertida en sus inicios, hoy en día es fundamental en la medicina moderna y la microbiología clínica, que condujo a innovaciones tan importantes como el desarrollo de vacunas, de los antibióticos, la esterilización y la higiene como métodos efectivos de cura y prevención contra la propagación de las enfermedades infecciosas. Esta idea representa el inicio de la medicina científica, al demostrar que la enfermedad es el efecto visible (signos y síntomas) de una causa que puede buscarse y eliminarse mediante un tratamiento específico. En el caso de las enfermedades infecciosas, se debe buscar el germen causante de cada enfermedad para hallar un modo de combatirlo.


Volvamos al tema principal que nos ocupa:


Esa era la actividad fundamental en “Saint Mary 's” en la época que A. F, A. W. y la de sus colegas que trabajaban arduamente allí.


Almroth Wright era un acérrimo partidario de las vacunas, mientras que A.F. lo era la quimioterapia (Tratamiento médico mediante la aplicación de sustancias químicas) es decir matando a los microorganismos con sustancias químicas. Era una competencia honesta y respetuosa, aunque no siempre exenta de serias discrepancias.


Para entonces ya se sabía que los antisépticos mataban a muchos microorganismos, pero no a todos; que la vida existía en la Tierra gracias a que tanto la saliva, las lágrimas y el moco nasal eran muy buenos antisépticos que impedían el ingreso de los minúsculos intrusos al interior del cuerpo animal (y humano) por la boca, los ojos y la nariz, únicas ventanas de ingreso posibles.


Muchos hombres de la ciencia médica, biólogos y similares se enfrascaron en la búsqueda, adecuadamente organizada, de sustancias que matasen a uno que a otro microbio, mas la ardua tarea no siempre daba los frutos esperados,


Wright repetía, como en 1912, “Que la quimioterapia de las afecciones bacterianas humanas no sería jamás posible.


Fleming, observador sin ideas preconcebidas, entrevió, sin embargo, en uno de los gloriosos días para la humanidad, en 1919, en un extraño poder de un “zumo de moho” una luz de esperanza. ¿Quién sabe si allí no estaba la sustancia que había buscado durante toda su vida? Por muy débil que fuera aquella luz lejana, decidió no omitir nada para seguir adelante, Abandonó para esta investigación todo otro trabajo.


Y he aquí lo que sucedió:


(Copio parte de lo que A. F. escribió en “Annals of the Royal College of Surgeons”, en 1950):


“…Desde los tiempos de Pasteur y Lister, los investigadores trataban de matar un microbio por medio de otro. La idea estaba allí: La ejecución hubo que esperar hasta el día en que el azar decidió que la espora de un moho, venido desde Praed Street, se colase por la ventana a mi oficina y contaminase uno de mis cultivos: después, años más tarde, otro día, unos químicos trabajaron sobre ese moho para darnos la PENICILINA pura...”


Antes se había preguntado: “¿Poseen otros mohos idénticos (o aún mejor) poder? Y se puso a buscarlos:


El escultor Jennings, del “Chelsea Arts Club” recuerda cierto día en que Fleming dijo de pronto a los artistas que lo rodeaban: “Si alguno de ustedes, amigos míos, posee zapatos enmohecidos, me gustaría mucho tenerlos para una cosa que estoy haciendo en el “Lab”


La experiencia demostró que ningún otro moho ensayado producía sustancia antibacteriana tan poderosa como su penicillium era, por consiguiente, cada vez más digno de examen.


Otro gran problema que los investigadores habían encarado era la toxicidad de los productos ensayados como antibacterianos.


Su ayudante Stuart Craddock, recuerda: “Fleming me repitió cien veces que el único antiséptico utilizable sería aquel que destruyera el crecimiento de los microbios sin destruir los tejidos. El día que se descubriera tal sustancia – añadía - todo el tratamiento de las infecciones quedaría transformado”


La epopeya de la penicilina no termina allí: Su producción masiva tardó más de 24 años, y se logró romper el impase gracias a una nueva tecnología para el secado de sustancias húmedas, llamada LIOFILIZACIÓN, que consiste en el enfriamiento de la sustancia a ser secada y la aplicación del vacío para bajar el punto de ebullición del agua (se evapora y así se seca el producto sin la necesidad de calentarlo)


Además de las dificultades para producir las cantidades necesarias de penicilina, existía entonces la necesidad de aplicarla al paciente cada tres horas.


Como Inglaterra estaba en plena Segunda Guerra Mundial, ocupada en su denodada defensa contra los ataques de las huestes de Hitler, acudieron ante los EUA donde produjeron suficientes cantidades de Penicilina y consiguieron también reducir la frecuencia de su inyección a cada 24 horas. Su especial capacidad para curar infecciones de heridas fue por demás ponderada para salvar de amputaciones y, hasta de muertes seguras, a miles de soldados del lado de los aliados en postrimerías de la GM II.


Ya con posterioridad se obtuvo otros antibióticos [Del prefijo: Anti: contra y del griego: Biótics: de la vida (microbiana)] como la terramicina y otros, para enfermedades específicas (como la cloromicetina, ya en pastillas, para la tifoidea). Desde entonces miles de millones de muertes prematuras han sido eliminadas.


La fama de la penicilina – y de Alexander Fleming – creció “como crece la sombra cuando el sol declina”. La Reina de Inglaterra lo nombró SIR (caballero), le concedieron el Premio Nobel de Medicina, fue el Embajador de Buena Voluntad del Reino Unido para el mundo entero, hasta su muerte, acaecida el 11 de marzo de 1955, en Londres.

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LA HUMANIDAD TIENE UNA ENORME DEUDA CONTRAÍDA CON SIR ALEXANDER FLEMING.


Mi modesto blog tiene, como uno de sus fines, exaltar logros como el conseguido por este ilustre escocés.


¿Que varias casualidades coadyuvaron para su éxito? Hasta podría ser cierto, pero sólo una mente ilustrada, con denodado esfuerzo, es capaz de ver, y conseguir, lo que otros no.



 
 
 

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