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EL TERRIBLE CANIBALISMO Y SU TRASCENDENCIA EN LA AMÉRICA PRECOLOMBINA

  • Foto del escritor: Gilberto Reyes Moreno
    Gilberto Reyes Moreno
  • 24 abr 2023
  • 14 Min. de lectura

Artículo No.1


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Introducción:


Primero es preciso diferenciar entre canibalismo y antropofagia.


El canibalismo es el acto o la práctica de alimentarse con miembros de la propia especie. El canibalismo puede producirse entre miembros de muchas especies de animales.


La antropofagia es cuando los seres humanos consumen a congéneres. (aunque comúnmente a estos actos se les llama también canibalismo)


El término canibalismo proviene de la deformación de la palabra Caribe en caniba o cariba del idioma taíno, parcialidad de la etnia arawak. Para los caribes, significaba «osado», «audaz»; para los arawak, «enemigo»; y para los europeos, «comedores de carne humana».


En psicología, el canibalismo se describe como el resultado de impulsos agresivos orales no controlados, un acto antisocial originado por el deseo de dominación.


1.1.- El canibalismo (antropofagia) a través de la historia

No se sabe a ciencia cierta cuándo los humanos adquirieron el hábito de la antropofagia. En Europa, en concreto en Francia y Alemania, entre otros, y en los yacimientos arqueológicos de Atapuerca, en España, el estudio de las marcas en los huesos encontrados en la cueva de la Gran Dolina ha revelado que se practicaba un canibalismo que, con toda seguridad, no fue producto de una hambruna y carecía de cualquier intención ritual, sino que se efectuó por lo que se ha denominado como canibalismo gastronómico ancestral.


Se ha demostrado que el Homo antecesor lo practicaba hace ya unos 800 000 años, siendo esta la referencia sobre canibalismo más antigua de Europa. Recientes estudios aportan pistas para creer que los seres humanos actuales tienen genes neandertales y el cruce entre especies podría haber ocurrido, además de aportar el rasgo cultural o hábito de la antropofagia comprobado, en diferentes yacimientos neandertales. Un estudio genético publicado en la revista Science indica que los humanos llevan alrededor de 500 000 años protegiéndose evolutivamente contra los priones, debido a que el medio de transmisión habitual es el canibalismo, lo cual podría indicar que se practicaba de forma habitual hasta entonces.


(Los priones son los agentes causantes de un grupo de patologías neurodegenerativas letales características de mamíferos, también conocidas como encefalopatías espongiformes transmisibles)


1.1.1.- Canibalismo ritual y cultural


Varios arqueólogos afirman que restos arqueológicos en Mesoamérica y Sudamérica contienen muestras de canibalismo. Así mismo, se discute la extensión del canibalismo ritual en algunas culturas africanas y polinésicas.


Nativos de América, que Cristóbal Colón encontró en la isla de La Española en su primer viaje, practicaban la antropofagia. Los caribes atacaban a los arawak para conseguir botines y de paso capturaban a los niños a los cuales castraban.


Entre la aristocracia azteca se practicaba habitualmente el canibalismo en actos religiosos y en varias otras situaciones, pero hay más.


Una de las sociedades que más desarrollaró esta práctica fue la de los guaraníes, (Norte de la Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay y parte del Perú, en todos ellos en la época precolombina) quienes lo practicaban con fines religiosos. El objetivo vital de los guaraníes era trascender los límites de la existencia diaria accediendo a lo que llamaban «la tierra sin mal», un estado vital en donde una persona escapaba al daño e incluso a la muerte (como supresión del nivel físico de la existencia). En este contexto, consumir la personalidad de una persona primero y su cuerpo físicamente después, daba al practicante un incremento de energía imposible de conseguir por otros medios. De allí que los guaraníes no comieran a cualquiera, sino solo a los mejores. El canibalismo era parte del camino de la perfección o aguyé.


En Norteamérica, el análisis de los restos descubiertos en yacimientos arqueológicos habitados entre el 1150 y el 1200 d. C. por los anasazi, confirmó la existencia de canibalismo en este pueblo.


Es atribuido a muchas tribus y etnias: los nativos amazónicos, los caribes, los aztecas, los pigmeos y otros nativos de la cuenca del río Congo, las tribus Korowai y Fore de Nueva Guinea.


El 14 de febrero de 1779, el comandante de la expedición marina inglesa James Cook y algunos de sus hombres fueron asesinados y consumidos en Kealakekua Bay, en Hawái (aunque todavía existe controversia sobre la certeza de este hecho)


En 1809, los 66 pasajeros y la tripulación del barco The Boyd fueron asesinados y comidos por maoríes en la península de Whangaroa, en la isla Norte, como parte de un utu (‘venganza’) por el azotamiento con látigo de un maorí que había rehusado trabajar en el barco durante el viaje desde Australia. El hecho permanece como la mayor matanza en la historia de Nueva Zelanda.


En casos aislados, se ha acusado falsamente de caníbales a las poblaciones enemigas como medio de propaganda con que desproveerlas de toda civilización o humanidad. Un ejemplo clásico de esta tendencia sería la acusación de canibalismo hacia los cristianos en la época romana, que facilitó su criminalización y posterior represión.


1.1.2.- Otras razones de canibalismo


El canibalismo por hambre en tiempos de amenaza extrema habría sido una práctica vinculada a situaciones donde se pone en juego la propia existencia, por lo que tiene su causa inmediata en la desesperación y la necesidad radical de sustento.


En el Antiguo Egipto, a fines del III milenio a. C., el hambre llevó a la gente a la insurrección y al canibalismo (única ocasión conocida de Egipto) debido a una sequía muy larga (al parecer un evento global llamado «Súper Niño»), época registrada en la historia egipcia como «los años de los chacales». Este suceso llevó al fin del Imperio Antiguo y al inicio del Primer periodo intermedio de Egipto.


En la Biblia está escrito que los antiguos israelitas, en caso de desobediencia a Dios, eran castigados con grandes calamidades incluyendo el comer carne de sus propios hijos (Levítico). Durante el sitio de Samaria por parte de los sirios, se relata el caso de una mujer, que junto a otra, se comió a su hijo (Segundo Libro de los Reyes). Durante el sitio de Jerusalén (70 d. C.) el historiador Flavio Josefo relata un caso de canibalismo perpetrado por una mujer de nombre María contra su propio hijo ante la hambruna que asolaba a la ciudad rodeada por el ejército romano.


Históricamente, están atestiguados, con mayor o menor grado de verosimilitud, casos de canibalismo durante el Sitio de Maarat an-Numan en ocasión de la Primera Cruzada, hacia finales de 1098; el asedio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial y en la época del colonialismo, sobre todo como consecuencia de los frecuentes naufragios.


Más allá de circunstancias históricas de ese tipo, se conocen casos de canibalismo vinculados a hechos dramáticos concretos, como fue el caso de los supervivientes del accidente aéreo producido en los Andes en 1972, que tuvieron que alimentarse de sus compañeros muertos para sobrevivir.


El libro En los mares del Sur de Robert Louis Stevenson, ofrece un invaluable testimonio sobre las prácticas caníbales en Oceanía.


Quienes han probado la carne humana afirman que ésta tiene un sabor similar a la de cerdo.


1.1.3.- Casos de canibalismo documentado en los siglos XX y XXI


Los casos particulares en sociedades contemporáneas se relacionan actualmente con situaciones de hambre, de crimen y por personas con profundos problemas mentales.


En guerras o épocas de hambre surgen a menudo relatos de este tipo de canibalismo. Un ejemplo, más o menos debatido, es en la Unión Soviética, durante el Sitio de Leningrado en 1941, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Durante 900 días de asedio murieron alrededor de 1.500.000 personas y se dieron muchos casos de canibalismo entre los habitantes de esa ciudad.


Las tropas japonesas lo practicaron ocasionalmente en la Segunda Guerra Mundial. Muchos informes escritos y testimonios, recolectados por el Departamento Australiano de Crímenes de Guerra del Tribunal de Tokio, e investigados por el fiscal William Webb (el futuro juez en jefe), indicaban que el personal japonés cometió actos de canibalismo contra los prisioneros de guerra aliados en diversas partes de Asia y el Pacífico. En muchos casos, tales hechos habrían estado inspirados por los ataques, siempre crecientes, de los aliados a las líneas de suministro japonesas, así como a la muerte y a la enfermedad del personal japonés como resultado del hambre. Sin embargo, según el historiador Yuki Tanaka: «el canibalismo era a menudo una actividad sistemática conducida por escuadrones enteros y bajo la dirección de oficiales».


Un prisionero de guerra de India, Havildar Changdi Ram, testificó: «el 12 de noviembre de 1944, el Kempeitai decapitó a un piloto aliado. Yo vi esa escena desde atrás de un árbol y observé a algunos de los japoneses, cortando carne de sus brazos, piernas, caderas, nalgas, y llevársela hacia sus cuarteles... La cortaron en pequeñas piezas y las frieron».


Quizás el oficial japonés de más alto rango condenado por canibalismo fue el teniente general Yoshio Tachibana, quien con otros once japoneses fue juzgado en relación con la ejecución de pilotos estadounidenses y el canibalismo de, al menos uno de ellos, en agosto de 1946 en Chichi Jima, en las Islas Ogasawara.


De sus experiencias en el tribunal de justicia de Rúan, André Gide nos hace llegar la crónica del proceso penal incoado (iniciado) a un grupo de gitanos de Moldova, en Checoslovaquia; quienes fueron acusados de la desaparición de al menos 20 personas y de haberse alimentado de sus restos.


La práctica del canibalismo como último recurso en situaciones de hambre fue la extrema situación de los jugadores de rugby uruguayos sobrevivientes del ya renombrado accidente aéreo en los Andes en 1972, quienes lograron mantenerse con vida alimentándose de los cuerpos de las víctimas mortales del accidente. El canibalismo como forma de supervivencia fue realizado después de una oración solemne. Más tarde se justificó plenamente tal acción de supervivencia.


(Existen varios otros casos de antropofagia ocurridos en diversas partes del mundo moderno)


NOTA:


Todo lo relatado se basa en artículos publicados en el Internet, que sirven de base para posicionar al lector, como conocimiento preliminar sobre lo que contiene este capítulo, en el Artículo No. 1, de la entrega No. 27a. de los artículos de este blog: LA TRASCENDENCIA DEL CANIBALISMO EN LA AMÉRICA PRECOLOMBINA.


1.3.- El libro “Robinson Crusoe”


Como gran parte de la juventud de esa época mía, leí el libro de aventuras titulado “ROBINSON CRUSOE”, escrito por el inglés Daniel Defoe (1660-1731).


Traigo a colación el libro R.C. porque en su lectura me percaté, por primera vez, de la existencia de hombres come hombres, es decir de antropófagos, que practicaban tan abominable hecho.


El libro citado es la historia de la vida y de las increíbles aventuras de Robinson Crusoe, nacido en York, Inglaterra, de oficio marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada, habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con el epílogo de cómo fue insólitamente rescatado por piratas.


Les cuento parte de lo que yo leí:


En medio de su dramática vida solitaria, ya de varios años en una isla desierta, descubre súbitamente las huellas de pisadas de pies descalzos de una persona. La inimaginable impresión que le causa ello es, tal vez, una de las escenas más emocionantes del libro.


La explicación, que viene después, es que encuentra a un nativo que había logrado huir de sus captores enemigos, que lo llevaron a la isla con la intención de matarlo para comérselo después de asarlo.


Al nativo le pone el nombre de Viernes, por corresponder al día de su primera visión de su existencia, ya que Robinson lleva una meticulosa anotación de los días y fechas que transcurren durante todo su vida de aislamiento. Luego ambos desarrollan una sólida amistad y…años después son rescatados por unos piratas.


Si bien es cierto que la impresión de R. C. es mayúscula cuando ve las huellas de un hombre en las arenas de “su” isla, la mía fue aún peor: ¡NUNCA ME HABÍA SIQUIERA IMAGINADO QUE ALGUNOS HOMBRES SE COMÍAN LAS CARNES DE OTROS HOMBRES!


En la versión de la novela que leí NO se nombraba de modo explícito el lugar de la ubicación de tal isla.


Mucho tiempo después supe que esa isla está en el Caribe. Tal descubrimiento me dejó perplejo y anonadado: ¿Existía pues antropofagia en la América Precolombina?


Pasaron muchos años antes de que, por pura casualidad, ojeando unos libros durante una de mis varias visitas a un caro amigo y compadre, Newton de Oliveira, en Sao Paulo, Brasil, hallase un libro titulado “PIO DA ESPERANÇA” cuyos autores son Fernao Lara y Luiz Queiroz, libro en el que narran la llegada de los primeros portugueses a esas tierras maravillosas en todas sus manifestaciones: belleza de su flora tropical, plena de coloridas hermosas flores, verdor por doquier, aves silvestres de mil colores de exquisita belleza, manantiales de aguas cristalinas, sabrosos y variados frutos, todo en magnífica abundancia, además de los gentiles nativos y muy especialmente de las jóvenes nativas “muito prestativas”, en idioma portugués, para significar muy gentiles colaboradoras, etc.


A tal punto estaban gratamente sorprendidos, emocionados y felices esos primeros visitantes a lo que después llamarían Brasil, que no dudaron en sospechar que aquella maravilla - comparada con las devastadas tierras de Europa debido a continuas y prolongadas guerras y a la sobrepoblación - no era sino EL PARAISO PERDIDO, el EDEN descrito en el Génesis del Antiguo Testamento judío, cristiano y musulmán.


Tanta admiración y felicidad de los portugueses aventureros se desvaneció dramáticamente, en segundos, cuando se percataron de que sus amables anfitriones eran nada menos que CANÍBALES, ANTROPÓFAGOS.


La lectura de tal libro hizo que renazca en mí la inquietud de mis años juveniles acerca del canibalismo en la América Precolombina.


Les cuento también que, en una de mis visitas a la Ciudad de México, me invitaron a ir al Museo Antropológico de Chapultepec, uno muy hermoso y completo, por cierto, que muestra las manifestaciones artístico-culturales de los ancestros, principalmente nativos, de los mexicanos. A la entrada de ese magnífico museo se encuentra un escrito con letras grandes, para la lectura del visitante curioso y observador, un mensaje que enaltece su pasado histórico y hace énfasis de que los mexicanos actuales se sienten muy orgullosos de sus ancestros nativos, bastante más que de sus raíces europeas. Nada más hasta aquí. Mas mi inquietud se acrecentaba más y más.


Es que ahora que busco en el pasado hechos, situaciones e ideas, que, por su importancia, belleza, trascendencia, singularidad, rareza, etc. merezcan ser retraídos en mi blog - para beneficio de las nuevas generaciones y futuras recordaciones - a fin de que más de sus 250 destinatarios electrónicos reciban tales mensajes y, eventualmente los lean y se enteren de mis demonios, que es como les llamo a mis ya más de 160 artículos que pueblan la NUBE de mis ensueños bajo el marco de tal blog.


Es en ese contexto que narro a continuación las historias de Mesoamérica y del Imperio de los Incas, (El Tahuantinsuyo), con relación al tema que nos ocupa: el canibalismo (antropofagia)


1.4.- EL CANIBALISMO EN MESOAMÉRICA


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ADVERTENCIA: ESTO ES MÓRBIDO. POR FAVOR NO LO LEA SI USTED ES PARTICULARMENTE SENSIBLE.


Pocos les creen. Pero, dejando de lado los falsos rumores que la mayoría de los eruditos asumen, que fue el conquistador Hernán Cortez y España, racionalizando sus genocidios en la colonización de Latinoamérica que esparcieron las ideas de que gente ninguna como los nativos mesoamericanos fueron tan brutales. En realidad, lo eran.


Pero, en 2015 y otra vez en 2018, los arqueólogos en el Templo Mayor descubrieron más y más evidencias para confirmar los viejos reportes españoles. Fue verídico. Los Aztecas, que controlaban la mayor parte de los que hoy es México, solían remover corazones aun latientes de, tal vez, 10 000 víctimas vivientes cada año y comían sus cuerpos para aplacar la insaciable demanda de su dios sol.


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No era fácil encontrar tan numerosos cuerpos, entonces las guerras tuvieron que ser frecuentes. Algunas veces diarias. Los Aztecas fueron muy selectivos acerca a quienes escoger. Los preferidos eran los físicamente atractivos, fuertes y valientes. Los dioses lo demandaban. Y no importaba si la persona para ser sacrificada era varón o mujer o aún niño (a); el sol los quería a todos ellos, aunque en menor grado que a los primeros.


Las recolecciones públicas deberían de llevarse a cabo. Las víctimas eran mantenidas sometidas mientras el sacerdote agarraba una piedra filuda, cortaba el pecho para abrirlo y arrancaba el corazón aún latiente. Luego era cortada la cabeza.


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El corazón. El cerebro. Los ojos. Cualquier otra parte que parecía especialmente sabroso eran comidos por los sacerdotes. Luego, a uno de los individuos que más contribuía a la comunidad azteca, se le daba el resto de las partes del cuerpo para que lo comparta con sus amigos y familiares, o simplemente se los coma él solo si así lo deseaba. El ser obsequiado con un cuerpo descorazonado y descabezado era un honor muy especial.


Se pone peor. El dios sol no quería tanto a los niños – pero sí el dios de la lluvia. Él, en particular quería sus lágrimas. Bastante lágrima debería de corresponder a mucha lluvia para las cosechas. La mayor parte de las víctimas eran niños, de edades alrededor de seis años. En lugar de ir en los detalles describiendo las mutilaciones de los niños inocentes, digamos solamente que ellos eran forzados a llorar durante varias horas. Imagínense lo peor y estarán en la pista correcta.


A pesar de la brutalidad de esas prácticas, todas las víctimas eran honradas con el Paraíso. Solamente tres formas de muerte garantizaban la entrada a la Felicidad post mortem – guerra, parto y sacrificio a los dioses. La mayoría de las tribus en la región creían lo mismo. Los nativos dominantes al sur de los Aztecas eran Los Mayas. Ellos propiciaban competiciones atléticas en las que los ganadores (no es un error) serían muertos después que el juego terminase. Aunque podría parecer extraño, la mayor parte de los contendientes eran los Mayas quienes querían ganar la gloria y la oportunidad de ser comidos por sus propios familiares


Cuando los españoles llegaron en 1519, los Aztecas fueron las víctimas. El catolicismo fue impuesto a ellos. La mayor parte fue forzada a la esclavitud. Las naves españolas las sitiaron y mataron de hambre cortándoles el suministro de comida. A eso de 1605, entre la introducción de enfermedades europeas y las matanzas masivas, murieron un estimado de 24 millones de nativos en la Nueva España (básicamente México)


En marzo de 2019, el presidente de México envió sendas cartas al rey de España y al Papa, solicitándoles que pidan disculpas (perdón). México no ha recibido aún respuesta alguna.


1.5.- CÓMO FUE TODO ESTO EN EL IMPERIO INCAICO (ACTUAL PERÚ), Y ALGO MÁS


Luego me puse a investigar si en el Imperio de los Incas (El Tahuantinsuyo) hubo o no canibalismo, y el resultado es el siguiente:


Entre los incas el canibalismo jugó mas bien sólo un rol político. Miembros de los pueblos supuestamente caníbales, “ubicados a 500 leguas lejos del Cuzco” fueron utilizados para poner en escena un teatro de intimidación contra los enemigos de los incas, contra personas y grupos a quien, según el punto de vista incaico, les faltaba la lealtad debida. (De Internet)


En el Tahuantinsuyo NO EXISTÍA EL CANIBALISMO, pero sí los sacrificios humanos.


El video, cuyo enlace aparece aquí, es un excelente testimonio de hasta tres importantes cronistas españoles de la época que narran la VERDAD sobre los usos y costumbres de los Incas en lo que respecta al tema que nos ocupa: EL CANIBALISMO.



OBLIGADA CONCLUSIÓN RELATIVA AL TEMA TRATADO Y ALGO MÁS ACERCA DE LOS INCAS.


Me es particularmente motivo de mucho orgullo que mis ancestros nativos no hayan sido antropófagos. El canibalismo, bastante difundido en varias culturas precolombinas, no contagió a los soberanos Incas, por lo que sus naciones subsecuentes no llevan el horrible estigma que lo contrario significa y, nosotros sus descendientes, estamos también libres de tal ingrata, horrible connotación.


El hecho real es que los incas tuvieron una cultura superior a todas las demás de la América Precolombina, tanto es cierto esto que a los pueblos que conquistaban se les permitía conservar las creencias religiosas y costumbres que les eran propias, hecho bastante raro con los pueblos conquistados aquí y en cualquier otro lugar del mundo, según cuenta la historia.


Además, trataban de educar a esos pueblos con la cultura propia del Imperio, y eso, por medio de los maestros (Amautas) que les enviaban con tal fin. Del mismo modo eran enviados los “contadores” (Quipucamayoj) para enseñarles el arte del control numérico de sus posesiones por medio de un aun no descifrado método del uso de los “quipus” (hilos juntos de diversos colores, grosores, tamaños, cantidad de nudos, diversos espacios entre ellos, etc.) Los incas tenían también a los contralores (Tucuyricoj) para controlar los acontecimientos principales, como el de corte económico, para justipreciar los impuestos que cada región debería de pagar al Imperio, etc.


El Imperio Incaico duró poco más de cien años, en ese relativamente corto lapso expandieron sus dominios a casi las dos terceras partes de la actual Sudamérica, desde Pasto en el Norte (actual Colombia) hasta el río Maule en el sur (actual Chile), toda la Meseta del Collao (la actual Bolivia, hasta el Tucumán en la actual Argentina) también bastante entrada hacia el Este, a pesar de las problemáticas dificultades impuestas por la Selva, con sus enfermedades tropicales propias como la terciana, paludismo o malaria, etc.


Su extensión territorial llegó a ser de unos 2 500 000 km2.


No sólo su tamaño territorial impresiona sino también su cultura en general, incluyendo conocimientos de la agricultura, la hidráulica para el riego de tierras, aprovechamiento óptimo de terrenos declives para la agricultura mediante numerosos y prácticos andenes, domesticación de productos agrícolas alimenticias, así como de animales - tanto para su uso como transporte de carga, obtención de su lana para su uso en el arte textil, de tejidos de uso práctico tanto como ornamentales, que hasta hoy asombra a propios y extraños, su carne para la dieta proteínica, etc.


El MAÍZ y la PAPA, entre otros, son productos alimenticios que el Tahuantinsuyo ha prodigado a la humanidad toda y para siempre; un aporte especialmente prodigioso para paliar el hambre - ya usado muy eficazmente en Europa y otros lugares, como es reconocido - y que acecha aún a gran parte de las naciones, lastimosamente.


Los incas fueron también expertos en el arte lítico para grabados artístico- litográficos y para la construcción, cuyos grandiosos exponentes son, entre otros, las ruinas de SACSAYHUAMAN y las de MACHU PICCHU, ésta, una de las siete maravillas del mundo moderno: ¡ESTÁ EN EL PERÚ!


La orfebrería tampoco les fue ajena. Mucho oro y plata trabajados artísticamente fueron mal usados, tan sólo como metales preciosos, cuando transportados a la Europa colonizadora de entonces. Aún queda un vasto patrimonio pertinente, en manos de coleccionistas privados peruanos y otros. El actual “Museo de Oro” es una muestra de ello.


El tipo de sociedad era la colaborativa: Como ejemplo digo que los ancianos, viudas, niños huérfanos, minusválidos, etc. eran objeto de atención preferencial, sobre todo en el cultivo de sus tierras, la distribución de alimentos y cuidados especiales en general.


La jerarquía social en el Imperio Incaico es tema aparte, en todo caso UN EJEMPLO DE IGUALDAD SIN PRESIÓN Y EN PLENA LIBERTAD.


Se estima que la población total del Tahuantinsuyo, en ese momento ápice, llegó a ser del orden de unos 13 a 15 millones de habitantes.



 
 
 

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