Artículo No. 5.1.- UN SORPRENDENTE DESARROLLO: INCIPIENTES CEREBROS HUMANOS ARTIFICIALES, ¡QUE PARECEN SER CONSCIENTES! II
- Gilberto Reyes Moreno

- 18 sept
- 8 Min. de lectura
[CONTINUACIÓN del ARTÍCULO publicado en AGOSTO próximo passado]
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En abril del 2021, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los EUA, publicó un informe, puntualizando, entre otros temas, las potenciales ramificaciones de tipo legal y ético revolviendo [todo lo concerniente] a los cerebros de los organoides, trasplantes y las quimeras humano- animales. El informe relevó también los puntos éticos [favorables] para esos materiales biológicos, como ellos podrían aliviar los sufrimientos y enfermedades [humanos] a través de los tratamientos, que ellos pudiesen desarrollar y [también] podrían salvar las vidas de miles de animales corrientemente sacrificados para la investigación humana.
Eso dijo el informe y también relevó las preocupaciones acerca de que si los experimentos “invaden los roles divinos’. De acuerdo a las creencias de muchas religiones, los experimentos del cerebro del organoide hace que “actuemos como si fuésemos Dios”. En base individual, hay también el riesgo ético potencial de que los donantes no consientan el uso de sus exclusivos materiales genéticos para esas investigaciones.
Adicionalmente, el informe concluyó diciendo que, a pesar de que los mini cerebros son normalmente insustanciales en tamaño, complejidad y madurez, [pero] si estos crecieran nadie podría garantizar que no se conviertan en algún tipo de conciencia humana. Es moralmente imperativo que la comunidad científica se mantenga alerta acerca de la evolución del cerebro de los organoides, según lo que concluyó la publicación citada. “No sabemos si ya hemos cruzado la línea, porque no somos capaces de verificar algo como esto”, dice Muotri. Un cerebro organoide no es capaz de decirnos si es consciente o no.

National Institute of Allergy and Infectious Diseases, NIH
Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, INAEI
A close-up of a human brain organoid during development.
Una fotografía de primer plano de un cerebro (¿humano?) de organoide durante su desarrollo.
En efecto, un estudio hecho en 2019, en el que participó Muotri, encontró que los organoides producen ondas cerebrales similares a las de los bebés prematuros. Y cuando los investigadores anestesiaron esos cerebros, tales ondas cerebrales desaparecieron (became silent) lo que es exactamente lo que sucede en los cerebros humanos bajo anestesia. “Ello es una clara evidencia que ellos tienen alguna clase de conciencia primitiva”, dice Muotri, quien añade rápido que su laboratorio está trabajando con un grupo de personas éticas que ayuden para prevenir que aquella línea no sea cruzada.
James Giordano, Ph.D. jefe del Programa de Estudios Neuro Éticos, en la Universidad de Georgetown, también piensa que la conciencia es un concepto muy subjetivo como para que la academia le asigne con seguridad – o no – a los organoides. Tal como Cabrera y Muotri, Giordano cree que es posible que esas estructuras neurológicas relativamente simples, podrían tener algún grado de comprensión de sus existencias una vez que afloren en redes neurológicas más sofisticadas, tanto en términos de estructura como de función.
Giordano recalca el hecho de cómo las redes de componentes múltiples pueden proliferar tan rápido dentro del cerebro de un organoide y empiezan a ‘comunicarse’ unos con otros. Mire una red celular en el que miles de personas llaman o envían mensajes unos a otros para conseguir el cuadro. Ahora, lo qué fue una vez un cerebro bebé es un sistema altamente sofisticado que podría haber establecido algún sentido de adentro versus de afuera, dice Giordano.
En marzo del 2021, los científicos de las Universidades de Tufts, de Vermont y del Instituto Tecnológico de New Jersey, anunciaron que habían fabricado tejidos procedentes de células madre de embriones de rana de 24 horas de vida, en el primer robot vivo del mundo, el xenobot. Como un organismo programable, este resultó ser una novísima clase de artefacto. “Podemos estar relativamente seguros que los nanobots no funcionan correctamente a un nivel que permitiese la necesaria complejidad de la conciencia”, dice Giordano. “Corrientemente” es la palabra clave aquí. La mayoría de estos híbridos – que fueron diseñados en parte para limpiar los microplásticos o digerir materiales tóxicos en los océanos – evolucionan, ya sea directamente o a través de la interacción con los sistemas vivos, ensanchando la posibilidad para que ellos formen proto conciencias, dice Giordano.
La protoconciencia es un estado muy primitivo de la conciencia que básicamente incluye la percepción y la emoción, pero no hechos más sofisticados como la comprensión de la propia reflexión ni del pensamiento abstracto. ¿Pero qué podría realmente suceder si los nanobots exhibieran algún modo de su propia conciencia, emparejado con lo que es universal entre los organismos vivos – el instinto de conservación?
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“Bien, entonces los nanobots podrían resistir regresando a la superficie de los océanos, aunque ellos fueron diseñados para permanecer en el fondo de ellos y su acto de navegar en las superficies podría considerarse como un potencial riesgo a sus supervivencias”, dice Giordano. En tal caso, nuestros océanos podrían estar saturados con ranas cibernéticas moviéndose y croando alborotadamente al estilo de Jurassic-Park. “Esto crearía un escenario típico como el de un Halloween. Tú sabes … Frankenstein,” Bromea Cabrera.
Tal vez podríamos querer prevenir aún la posibilidad de crear experimentos científicos con vida, como los cerebros de los organoides y los nanobots, que podrían experimentar conciencias, dolores o estreses mientras los manipulemos. Si tú tuvieras un grupo de organoides, no los necesitarías más después de que el experimento se haya realizado. ¿Los matas o les permiten permanecer en un cautiverio líquido por años? ¿Cuál de estos dos es lo éticamente apropiado?
Estamos creando nuevas vidas porque lo estamos haciendo noble y visionariamente, pero las cosas podrían eventualmente escapar un poco fuera de nuestras manos.

Stav Dimitropoulos
Stav Dimitropoulos es una escritora científica con artículos que aparecen en línea o impresos para: BBC, Discover, Scientific American, Nature, Science, Runner 's World, The Daily Best y otras publicaciones. Stav cambió una carrera académica de atletismo para convertirse en periodista y así consiguió conocer el mundo.
Comentario de Normans Stone
26 de julio 2025
Si no somos capaces de controlar la crueldad contra los animales en cautiverio, ¿cómo podríamos esperar prevenir posibles atrocidades contra los organismos emergentes conscientes? Algunos individuos e Instituciones, siempre buscan lo utilitario en menoscabo de lo moral, especialmente en las áreas grises, y los [organismos] emergentes conscientes siempre estarán en las áreas grises.
FIN
Article No. 5.2.- A SUPPRESSIVE DEVELOPMENT: AN INCIPIENT ARTIFICIAL HUMAN BRAIN, THAT SEEMS BE CONSCIOUSNESS II
[CONTINUATION of the ARTICLE published on PAST AUGUST]
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In April 2021, the U.S. National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine published a report outlining, among other issues, the potential legal and ethical ramifications revolving around brain organoids, transplants, and human-animal chimeras. The report also raised positive ethical points for these biological materials, as they could relieve human suffering and disease through the treatments they help develop and could spare the lives of thousands of animals currently being sacrificed for human research.
That said, the report also raised concerns about whether the experiments “encroach on divine roles.” According to many religious beliefs, the brain organoid experiments allow us to “play God.” On an individual basis, there is also the potential ethical risk of donors not consenting to the use of their unique genetic material for research.
Further, the report concluded that though mini brains are currently insubstantial in size, complexity, and maturity, as these increase, no one can guarantee that they will not develop some sort of human-type awareness. It is morally imperative that the scientific community keep a close eye on the evolution of brain organoids, the study said. “We don’t know if we have crossed the line, because we don’t know how to test something like this,” says Muotri. A brain organoid cannot tell you if it is conscious or not.

National Institute of Allergy and Infectious Diseases, NIH
A close-up of a human brain organoid during development.
In fact, a 2019 study in which Muotri participated found that organoids produce brain waves similar to those of premature human babies. And when researchers treat these mini brains with anesthetics, the brain waves “go silent,” which is exactly what happens to the human brain under anesthesia. “That’s strong evidence that they do have some kind of primitive consciousness,” says Muotri, who is quick to add that his lab is working with a group of ethicists to help prevent that line from being crossed.
James Giordano, Ph.D., chief of the Neuroethics Studies Program at Georgetown University, also thinks that consciousness is too subjective a concept for academia to confidently assign it—or not—to organoids. Like Cabrera and Muotri, he believes it is possible that these relatively simple neurological structures might achieve some degree of awareness of their existence once they blossom into more sophisticated neurological networks, both in terms of structure and function.
Giordano underscores how multiple-component networks can proliferate quite fast within a brain organoid and start “communicating” with each other. Visualize a cell network in which myriads of people call or message each other to get the picture. Now, what was once a baby brain is a highly sophisticated system that may have established some sense of inside versus outside, says Giordano.
In March 2021, scientists at Tufts University, the University of Vermont, and the New Jersey Institute of Technology announced they had shaped tissue sourced from the stem cells of 24-hour-old frog embryos into the world’s first living robot, the xenobot. As programmable organisms, they represent a whole new class of artifacts. “We can be relatively sure xenobots are currently not functioning at a level that would allow the necessary complexity for consciousness,” says Giordano. “Currently” is the key word here. The more these hybrids—which were designed in part to clean up microplastics or digest toxic materials in the ocean—evolve, either directly or through interacting with a living system, the greater the possibility for them to develop some form of protoconsciousness, says Giordano.
Protoconsciousness is a very primitive state of consciousness that mainly includes perception and emotion, but not more sophisticated features like self-reflective awareness and abstract thinking. But what could really happen if xenobots exhibited some sort of self-awareness, coupled with what is universal among living organisms—survival instinct?
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“Well, then xenobots might resist coming back to the sea surface, because they were meant to be deep in the ocean and might consider the act of resurfacing a potential threat to their survival,” says Giordano. In that case, our oceans could be glutted with rip-roaring cybernetic frogs, Jurassic-Park style. “This will create a kind of Halloween-type scenario. You know... Frankenstein,” Cabrera jokes.
We may want to prevent even the possibility of creating living science experiments like brain organoids and xenobots that could be experiencing consciousness or pain or distress while we tamper with them. If you have a bunch of organoids, you no longer need after the experiment is done, do you kill them or let them remain in liquid captivity for years? What’s ethically appropriate?
We’re creating new life because we’re driven by nobility and vision, but things could get slightly out of hand.

Stav Dimitropoulos
Stav Dimitropoulos’s science writing has appeared online or in print for the BBC, Discover, Scientific American, Nature, Science, Runner’s World, The Daily Beast and others. Stav disrupted an athletic and academic career to become a journalist and get to know the world.
Comment by: Normans stone
26 July 2025
If we can’t control the cruelty against animals in captivity, how can we be expected to prevent possible atrocities against emergent conscious organisms? Some individuals and institutions will always place gain over morality, especially in grey areas, and emerging consciousness will always be a grey area.
THE END.



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