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Artículo No. 4.- TRES ANÉCDOTAS QUE ME SUCEDIERON CUANDO ESTUDIABA LA INSTRUCCIÓN PRIMARIA

  • Foto del escritor: Gilberto Reyes Moreno
    Gilberto Reyes Moreno
  • 24 jul 2022
  • 4 Min. de lectura

¡QUE CAMBIARON MI VIDA!

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Introducción:


Pido humildemente la venia de mis caros cibernautas para narrarles tres de anécdotas que me ocurrieron cuando me mudé de escuela en el cuarto año de instrucción primaria.


Debido a una “milagrosa” casualidad fue porque mi familia se mudó desde mi tierra natal: Huacaybamba, (Hbba), (Huánuco), hasta la de mi madre: San Marcos (Ancash) (A 5 km de Chavín de Huántar) distante dos días a caballo (Ahora unas seis horas en vehículo motorizado) a fines de agosto de 1951.


Mi mudanza de escuela me sorprendió, primero por el local, el de Hbba. que era, y aún es, un edificio de tres pisos con cinco o seis amplios salones, tenía una loza deportiva para básquetbol y voleibol y un patio algo amplio, mientras que el de San Marcos no era sino una casa de familia, de dos pisos, con cinco cuartos y un pequeño patio y punto. Era alquilada.


El número de alumnos en la escuela de San Marcos era como una tercera parte del número en la de Hbba.


Pero el milagro se refiere a la diferencia de la calidad de enseñanza impartida en ambas escuelas. No recuerdo casi nada de “lo aprendido” en Hbba. porque simplemente los maestros no eran profesionales en su mayoría salvo uno o dos del total de seis, pero lo peor era que no se dedicaban a enseñarnos casi nada, casi siempre se ponían a conversar en grupos en lugar de estar en cada salón impartiendo clases, además de otras manifiestas insuficiencias.


En San Marcos la cosa era radicalmente diferente: Cuatro maestros profesionales imbuidos de la mística de la enseñanza, rayando en el apostolado, y que habían logrado inculcar al alumnado un vehemente deseo por el aprendizaje.


Esta diferencia la percibí desde el primer día de clases que asistí en San Marcos, empezando que en mi salón de clases estaban además los del tercer año, en el lado izquierdo y los de cuarto en el derecho, es decir un mismo salón para los alumnos de los dos años. Ese hecho me sirvió mucho más tarde porque aprendí tanto lo que el profesor enseñaba a los del tercer año como a nosotros los del cuarto.


Mi primer día de clases en el cuarto año en la escuela de San Marcos lo recuerdo como si fuera hoy, era uno de los primeros días de setiembre de 1951, el profesor Don Alejandro Gonzales Roldán (tal vez el mejor maestro que he tenido en toda mi vida) nos contó muchas cosas sobre “LOS REPTILES”, me quedé fascinado por todo lo explicado: cómo era cada tipo de reptil, por qué se caracterizaban, por su variedad, sus lugares donde vivían, sus tipos de alimentos, etc. La charla duró unos treinta a cuarenta minutos.


Luego Don Alejandro se dirige hacia nosotros los del cuarto y nos dice, ahora hagan su tarea.


Yo ocupaba una de las carpetas, casi nuevas, de la primera fila de seis, y me quedé quieto sin saber qué hacer mientras veía que mis compañeros de clase escribían y escribían. Fue entonces que Don Alejandro, al verme sin acción, me dice: alumno Reyes haga su tarea. Mi respuesta, que la recuerdo exactamente, fue: “Profesor: ¿qué quiere decir TAREA?”


Había estudiado cuatro años y medio en la escuela de Hbba, incluida la transición, y no conocía el significado de la palabra de marras porque simplemente NUNCA hice tarea alguna en la escuela de mi tierra.


Mi nuevo profesor se sonrió al escuchar mi pregunta y me orientó lo que debería de hacer.


El segundo chasco (anécdota) que soporté fue en la hora del recreo. Yo era un alumno nuevo y por tanto objeto de curiosidad siempre rodeado por varios alumnos. En uno de esos, uno de ellos llamado Ñepta, diminutivo de su nombre Neftalí, me pregunta: ¿Y, de dónde eres tú? Le respondí, haciéndome el especial, DE LA ARGENTINA. ¡Para qué lo hice! Seguidamente vino el dardo demoledor, lanzado por el mismo Ñepta: ¿SU CAPITAL? Obviamente yo no tenía la menor idea de lo que era eso y me convertí en el hazme reír de todo el grupo de curiosos que había aumentado en número casi a ¡un millón! según mis cálculos al escuchar la pavorosa sinfonía de tantas risas burlonas juntas.


Uno de los hermanos de mi madre, Héctor, era maestro en la escuela de San Marcos y vivíamos en la misma casa, él poseía una enciclopedia para estudiantes llamada EL TESORO DE LA JUVENTUD.


La noche del día de la capital de la Argentina me pasé todas sus horas, hasta las seis de la mañana del día siguiente, leyendo los libros de esa enciclopedia, memorizando los nombres de los países, y de sus respectivas CAPITALES, existentes en los cinco Continentes de la Tierra y de cualquier otro país que, por ventura, hubiese en algún otro rincón de la superficie del Globo Terráqueo. Lo logré, claro que lo logré, aprendí de memoria lo que me propuse, porque no quería ser humillado, nunca más, del modo cómo lo fuí el día inmediato anterior!


La tercera anécdota ocurrida debido a la mudanza fortuita de escuela fue que cambió totalmente mi vida de estudiante, y tal vez la de mi vida toda, porque en esa pequeña GRAN ESCUELA existían MAESTROS DE VERDAD donde aprendí mucho, al punto que logré ser el primer alumno al año siguiente, en el 5º, por lo que obtuve la BECA INTEGRAL para estudiar la Instrucción Secundaria, sin pagar un solo centavo por alojamiento, comida, derechos de estudios, ni de nada, durante los cinco años, en el emblemático, entonces sesquicentenario colegio de varones “LA LIBERTAD” de Huaraz - hoy casi bicentenario y con su infraestructura modernizada gracias al Jefe de Estado Don Alan García Pérez - que fue fundado por el Mariscal Don José De La Mar, en 1838, dos años antes que otro gran colegio: NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.



 
 
 

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